Por: Ing. Ana Beatriz de Morán
Muy pocas veces nos ponemos a pensar qué tan amables, atentos y serviciales somos con las personas que tratamos en el día a día, empezando por nuestra familia y concluyendo en nuestro entorno laboral, especialmente con nuestros clientes o público externo.
Una buena actitud y esas “buenas maneras” que enfatizan nuestras abuelas, jamás han pasado a un segundo plano, son un pilar del customer service (servicio al cliente) y una ineludible carta de presentación que se antepone a cualquier vestuario, perfume o estrechamiento de manos.
No se trata de buena presentación, ni siquiera de una buena sonrisa (que bien puede ser falsa) o de carisma (una virtud natural que no todos poseemos), sino de una buena actitud que deje huella en la idea que los otros se hacen de nuestra persona: una buena disposición, consideración por los distintos caracteres y situaciones de las personas, la capacidad de ofrecer alternativas o de saludar genuinamente… en fin, ponernos en los zapatos de los demás.
“Trata a los demás como te gustaría que te trataran a ti”
La prepotencia, la soberbia, el sarcasmo, la impaciencia y el mal humor descargado en terceros y especialmente en nuestro público, no solo son antivalores sino eslabones de un profesionalismo mal orientado y de inseguridad.
Algunos profesionales se inclinan hacia alguno de ellos con el erróneo pensamiento de proyectar una imagen fuerte y segura, pero desafortunadamente acaban por perjudicar la imagen de la institución a la que representan así como la propia.
En este nuevo año realiza un autoanálisis de tu desempeño personal, con el objeto de abrir más y mejores puertas que te permitan alcanzar tus metas. ¡Pon tu mejor cara a la vida!
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